Lo reconozco abiertamente y sin ningún tipo de ambajes; me apasiona la mar y todo lo que en ella flota, principalmente, todos los artilugios inventados por el hombre para moverse, aprovechar sus recursos o simplemente, solazarse dejándose llevar por vientos y corrientes. Obviamente, no puedo ni debo admitir, otros elementos flotantes, como desperdicios, basuras y otros muchos objetos con los que enturbiamos sus aguas, pero, este no es el objeto de este texto, ni yo soy la persona indicada para hacer comentarios rigurosos, sobre temas tan visibles, pero a su vez, controvertidos.
Como he dicho antes, los barcos son mi pasión, algo que pone a prueba la paciencia de mi compañera de fatigas, siendo el mejor sitio para contemplarles, los puertos. Ciertamente, una nave, como mejor se la puede contemplar es en su elemento; navegando, cumpliendo el cometido para el que fue diseñada, pero, uno no puede permitirse muchos lujos y tiene que conformarse con caminar por las pocas zonas abiertas al observador, paseante de esas radas, siendo El Pireo ( Πειραιάς ), uno de esos lugares mágicos para el curioso de estos temas, pues, atracados en sus muelles, probablemente, uno pueda contemplar la mayor concentración de buques de pasaje, tipo ferry del mundo y una muy amplia representación de otros tipos, pero ya en zonas mucho más restringidas al paseo.
Pensaba, con bastante alegría, en la sencillez de narrar algo sobre este puerto, pues habiendo tal cantidad de naves en la zona y ser uno, un ávido observador de las mismas, mis dedos fluirían sobre el teclado al ritmo de mis recuerdos. Mi error ha sido olvidarme de la grandeza de los pobladores de la antigua Grecia, creadores de este refugio para sus naves y por tanto, lugar cargado con unos cuantos miles de años de historia, que la pasión narrativa, no pueden pasar por alto, porque la historia es la raíz de nuestros conocimientos actuales y olvidarla menospreciándola, es hacernos un muy flaco favor.
Como ya me he pasado unos cuantos pueblos, filosofando sobre lo que no sé; es decir historia, pasaré a lo sencillo; relatar lo visto, tanto de forma presencial, como fotográfica azimutal (Google Earth) y lo principal, por la información recabada en la red.
El Pireo, no es un único puerto, si no tres, prácticamente sin solución de continuidad. Si tomo como origen oeste; es decir la parte más lejana de Atenas, lo primero que nos vamos a encontrar, es con una enorme zona de astilleros, punto de reparación de todo tipo de buques, desde los sencillos cargueros a los más lujosos paquebotes, como el Queen Mary 2. La zona, también está ocupada por el puerto comercial, denominándose esa demarcación, algo así como “Perama”. A continuación y siguiendo hacia el este, esta la zona de Keratsin, dedicada al tráfico pesquero y recreativo, pero siendo el espigón que cierra esta dársena, lugar de amarre de decenas de buques en desuso, de todos los tipos y tamaños, a la espera de volver a la mar en un futuro. Posteriormente, una zona industrial, un tanto degradada, cuyo nombre es Drapetsona y ya a continuación, el espigón norte de la dársena del Pireo, objeto principal de este texto.
El Pireo, es una ensenada “artificial”; es decir, creada por la mano del hombre, tiene sus orígenes por el año 493 a.C., cuando, Temístocles buscó un fondeadero seguro para su flota de 200 trirremes, buques utilizados en la “Guerra del Peloponeso”, terminándose los diques hacia el año 450 a.C, año en el que El Pireo, se constituyó como ciudad independiente de Atenas. Desde aquellas fechas, son muchos los avatares que ha sufrido, desde la decadencia casi absoluta a su resurgimiento a finales del siglo XIX, pasando por su destrucción completa en 1941 a manos de los nazis, hasta llegar a nuestros días, en el que se ha convertido administrativamente en un barrio de Atenas, la cual es la capital del “nomo” o departamento de Ática. Mucho tiempo y mucha historia tienen sus muelles, testigos mudos de un pueblo, tradicionalmente volcado a la mar, medio en el que han sido y son, consumados marinos.
Con la denominación del Pireo, aunque también lo sean las zonas en los párrafos anteriores comentadas, se conoce a la dársena más cercana a Atenas, cerrada por su lado oeste por dos diques y extendiéndose en forma de saco irregular hacia el este unos 2000 metros, si midiéramos en línea recta. Esta dársena, tiene únicamente tráficos de pasajeros, tanto en barcos convencionales, como en todo tipo de ferries, catamaranes, hidro-foils y otros “cachivaches”, destinados a cubrir las necesidades de comunicación en este país, formado por cientos de islas habitadas, las cuales han de ser abastecidas por vía marítima, algo que ha generado un ingente tráfico de buques para esos menesteres, de todo tipo, color, tamaño y estado de conservación, los cuales toman este puerto, como “hub” o centro de distribución de los tráficos entre islas.
Para intentar que mi descripción del puerto no sea un galimatías, voy a empezar por la ribera sur. Las zonas más próximas al dique de cierre de la rada, son muelles de reciente construcción, destinados a recibir a buques, tipo crucero, estando dotada la zona de los equipamientos exigidos por los procedimientos de seguridad, mediante las correspondientes estaciones y puntos de control. Es una zona, en la que los barcos, abarloan a muelle, pudiendo albergar hasta 4 de estos grandes buques, llegando posteriormente a la antigua estación marítima, especie de espigón con el edificio terminal en el centro, lugar de donde parten los cruceros por las islas Griegas. A partir de ese punto y para hacer más sencilla la comprensión, entramos en la parte del fondo de saco, zona destinada a los tráficos locales, muy extensa y con bastantes entrantes y salientes, donde los ferries, de todo tipo, amarran de popa; es decir, su único contacto con los muelles, es la rampa de popa, lugar por donde embarcan, tanto pasajeros como vehículos, manteniéndose perpendiculares al muelle, mediante el sistema de fondeo “a barbas de gato” (dos anclas abiertas 45º). Son verdaderamente un mogollón de buques los que así están por los muelles, con un trajín incesante de personas, vehículos y mercancías, siendo las salidas y entradas de los barcos, casi constantes. La parte norte, es ocupada por los atraques de los ferries destinados a tráficos internacionales, barcos ya mucho más modernos. Y ya, por último, la zona junto a capitanía y frente por frente a los atraques de cruceros, ocupada por varias decenas de buques tipo ferry, los cuales y dada la época en la que yo visité el puerto, esperaban su momento como refuerzo para épocas álgidas.
Ciertamente, el lugar es tremendamente peculiar, tanto por la cantidad y calidad de buques que por la zona hay, como por su “caos” urbanístico, algo que parece va ligado a la idiosincrasia de ese pueblo y desde luego, por ese variopinto lumpen de personajes que pueblan la zona, algo típico de cualquier puerto, pero que aquí, dada la gran cantidad de buques, es ostensiblemente más acusada, no siendo “su pinta”, precisamente tranquilizadora, pero como se dice, el hábito no hace al monje y yo estoy emitiendo juicios de valor infundados.
Y ya como una curiosidad última, un dato realmente curioso para mi. Justo, frente por frente a la salida del puerto y al sur de las zonas industriales, hay una isla, de nombre Pysttaleia. En ella, y en una superficie de 0,375 kilómetros cuadrados, hay instalada la mayor depuradora de aguas sucias de Europa, capaz de obtener 750 toneladas de lodos contaminados diarios, que los colectores de aguas sucias de toda esa zona, canalizan hacia ella, para así depurar esas aguas y proceder a su vertido limpio posteriormente al mar.
Resumiendo, un lugar, curioso para locos como yo por el mundo de la mar y lugar donde se genera una gran parte de la riqueza de Grecia, pues no en vano, parte de la economía de este país, está basado en el negocio naviero.
Gaztelupe
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