miércoles, 7 de noviembre de 2012

Islay, la isla del whisky de malta








Islay, la isla donde se producen los whiskys de malta con mayor carácter de Escocia y alma de los principales  "blendeds" de ese país

El título en un escrito, es por decirlo así, una declaración de intenciones literarias a desarrollar a lo largo de los párrafos constitutivos del mismo. Es algo de una importancia casi suma, pues es, por norma general va a ser lo que nos atraiga y motive a la hora de iniciar la lectura texto. Por tanto, es algo bastante complicado y mucho más complejo de discurrir que el propiamente el texto en sí, algo que va tomando forma de una manera casi automática. Sin embargo, tras la visita a la isla de Islay, es pleno mi convencimiento que el whisky forma parte de la isla, como ella es el alma de sus whiskies y por tanto, ambos conceptos van indisolublemente unidos.

Sin embargo, en el caso de este texto, el título, no precisamente de mi cosecha, es quizás el aspecto más conocido de la isla de Islay, particular como todo territorio insular, pero donde el whisky de malta es, sin lugar a dudas, el atributo más manifiesto y que la ha hecho y hace conocida por todo el mundo, aunque, probablemente de una forma extraña. Me explico, somos muchos los que nos gusta el whisky, derivación semántica del termino gaélico “uisge beatha”, o “usquebaugh” que significa “water of life”, es decir “agua de vida”, pero no demasiados los forofos de este maravilloso digestivo, los que intentamos comprender su historia y su “química”, algo que nos lleva de forma inevitable a la isla de Islay, porque gran parte de este espirituoso fabricado en Escocia, tiene en su composición fracciones de las maltas elaboradas por las destilerías de esta isla. Son ocho las destilerías, algunas con unas producciones "brutales" (maltas bases para mezclas) y otras tremendamente exclusivas, tanto por su rareza como por sus sabores "tan particulares".

Pero esto es una bonita historia que no voy ahora a desarrollar, dejándolo para otra parte de este texto y por tanto, utilizando esta pequeña trampa para obligar al lector a continuar con la lectura de este escrito. ¡Tretas de escritor!, perdón; de aspirante a pretendiente a junta - letras; y eso ya es mucho pretender, pero bueno de desear.

Pero,voy a dejarme de historias y a comenzar como se debe en estos relatos. Es muy sencillo hablar de la isla de Islay. Pero ¿dónde la situamos?. De lo que hasta ahora he escrito, podemos colegir que está en Escocia. Ahora toca matizar un poco más. Las enciclopedias, la definen como la isla más austral de las Hébridas interiores. Desde luego se han lucido en la definición y no es precisamente que nos aporten la suficiente claridad para los pocos doctos en eso de la geografía. De una manera, por lo menos más comprensible para mi que no soy precisamente un dechado de sapiencia,  Islay se encuentra al oeste de Escocia, más o menos a la altura de Glasgow (latitud), al norte del Mar de Irlanda. De la isla, que da nombre a ese mar, la que dista unas 20 millas náuticas al rumbo 180º o lo que es lo mismo, sur clavado partiendo desde su litoral meridional. Sus costas del oeste, están abiertas a las inclemencias del océano Atlántico, mientras que por su banda este, el angosto Sound of Islay, la separa de la isla de Jura. Por su norte, a unas 4 millas encontramos la pequeña isla de Colonsay.

Para llegar a la isla, a menos que seamos buenos nadadores o utilicemos uno de los pequeños aviones que operan en su reducido aeropuerto, con Glasgow como único destino, no nos queda otro remedio que ir navegando en alguno de los barcos - ferry  de la naviera del gobierno escocés: Caledonia Mcbrayne. Desde Kennacraig, un pequeño puerto en la península de Kintyre, diariamente parte un barco de esa compañía, el cual alterna en sus diferentes horarios, los destinos de Port Ellen, en el sur de la isla y Port Askaig, éste, en el estrecho de Islay. Una vez a la semana, hay una conexión con Oban, puerto escocés puerta de las islas occidentales de este magnífico país. También hay un pequeño ferry con la Isla de Jura desde Port Askaig, único medio de comunicación de esta isla. En fin, hay que querer ir a la isla con verdaderas ganas para  poder lograrlo, aunque, bien sea dicho, merece mucho la pena y probablemente, con sus ritmos vitales insulares,  puede hacernos reflexionar acerca de nuestra forma de vida.

Su superficie es de unos 600 kilómetros cuadrados, lo cual la hace la quinta isla en extensión   de las que forman  el archipiélago de Gran Bretaña.

Su población son unos 3.000 habitantes. De estos, hay una parte, pero poca, que se dedican sus quehaceres diarios en la pesca, turismo y otros menesteres. Pero el grueso de su población vive para alegrarnos el paladar a los amigos del whisky, ya sea desde el agricultor que cultiva la cebada, el minero o extractor de turba con la que se tuesta la cebada malteada, para acabar con los maestros destiladores y personal de las bodegas. Toda una tradición alcohólica encomiable, donde el tiempo es un factor secundario a la hora de trabajar, porque  lo bien hecho lleva su tiempo. Elaborar el whisky, no es solo una maravilloso trabajo, si no algo mucho más importante; una forma de vida

Hacer una descripción orográfica de la isla, es bastante complicado por lo accidentado e irregular de su perímetro (130 millas), pero voy a intentarlo aunque sea de una forma un poquito chapucera. Aproximadamente mide entre extremos algo así como 25 millas en latitud x 20 en longitud. (largo x ancho). Para no complicarme excesivamente la vida en este tipo de descripciones, voy a utilizar una trampa o argucia.

Lo primero que vamos a hacer es coger un mapa de la isla y utilizando la notación geográfica convencional, ponerlo de forma que el norte quede en la parte superior, el sur en la inferior, el oeste a la izquierda y el este a la derecha.

Hecho esto, comienzo con mi "truco". Divido la isla en tres columnas verticales; es decir rayas verticales de arriba hacia abajo. Como la anchura total de la isla es 20 millas, nos salen que cada tiene un valor 6,6 millas. Las denominaré como “oeste”, “centro” y “este” respectivamente y empezando desde el lado izquierdo. Ya se que esto no es muy ortodoxo, pero si uno escribe sobre geografía, es mucho mejor explicar en forma "pedestre", porque para el profano no es tan sencilla de entender.

El “sector este” es una especie de planicie elevada, con montañas de la entidad del “Beinn Bahn” de 471 metros de altura, o el “Bunnahabain” con 326 metros. Hacia el “Sound of Islay” (la derecha), o lo que es lo mismo, el estrecho canal que separa la isla de Islay de la de Jura, estas elevaciones caen de forma más o menos abrupta sobre la mar, lo que da lugar a una costa escarpada, aunque salpicada de pequeñas calas de acceso complicado, como es “Port Askaig”. Sin embargo, hacia la izquierda, la isla va bajando suavemente en altura. El bosque y sotobosque alternando con las turberas es el paisaje predominante, siendo el principal núcleo habitado de esta zona “Port Ellen”, al sur del mismo. Ocupa una hermosa rada, donde se conjugan a la perfección el puerto más importante de la isla, con una hermosa playa de blancas arenas, pero supongo, de frías aguas. Hay una pequeña flota pesquera, muelle para el ferry, instalaciones de malteo de cebada, destilería y un conjunto de blancas casitas. En mi parecer, un entorno bastante bonito y sobre todo, muy tranquilo.Y ya como final a esta zona de la isla, curiosidad trágica; su extremo sur de la isla, una zona denominada: “Mull of Oa”, se levanta un monumento en memoria del pasaje y tripulación de los paquebotes “Tuscania” y “Otranto”, hundidos en sus inmediaciones durante la 1ª guerra mundial.

En el “sector central”, y comenzando por la parte baja del plano; es decir el sur, la mar ocupa más de ¾ partes del mismo, dando lugar a la bahía de “Loch Indaal”. Subiendo por el mapa por su ribera este, bordeamos una magnífica playa, en cuya orilla se encuentra el pequeño campo de vuelo de la isla. Un poco más hacia el norte, llegamos a la “capital” de la isla; "Bowmore", pueblo de pescadores y como no, de destiladores de whisky con el encanto que desprende esta "particular isla, Siguiendo imaginariamente hacia arriba en el mapa; lo que se dice con corrección: "rumbo norte", justo donde la bahía se cierra, en la zona denominada "Carraig Gorm", encontramos otra hermosa playa, en cuyos margenes se alza el caserío de Blackrock. Y, ya pasando ese imaginario istmo, en la costa norte, “Loch Gruinart”, un entrante de mar, arenoso en la bajamar de más de dos millas de profundidad en cuyo fondo, se encentra "Craigens" y en su punta norte "Ardnave Point".

Y, ya, por fin, el “sector oeste”. Seguimos bordeando el “Loch Indaal” bajando por la línea costera hacia el sur. Pronto llegamos a “Port Charlotte”, otro enclave pesquero y de fabricantes del agua de la vida que queda casi frente por frente a "Bowmore", pero claro, con la bahía de por medio. En el extremo sur, se asienta “Port Wemyss”, un pequeño y hermoso puerto pesquero con el encanto propio de esta isla. La costa oeste, aunque muy bella, está prácticamente despoblada, pues no en vano, está abierta a los duros embates del océano Atlántico, no siendo unos parajes muy proclives para los asentamientos humanos, pero si para los miles de aves que han encontrado en esa zona su habitad ideal. También, en el norte de esta zona, esta "Loch Gorm", un lago de agua dulce propiamente dicho porque en gaélico, "loch" significa "lago" y los anteriormente descritos con este título, son bahías marinas.

Si, ya va siendo hora que explique el asunto del famoso whisky de malta elaborado en Islay. Lo he dejado como los últimos párrafos de este texto, para que así, los poco amigos de estas bebidas espirituosas, puedan cortar con mi relato y obviarse la parte referente a ellas.

Para los que hayan considerado apropiado seguir leyendo mis diatribas, creo en verdad en la belleza de todo ese mundo relacionada con los whiskys "bien hechos". Podemos, con toda la tranquilidad, quedarnos con las magníficas sensaciones que produce su ingesta moderada, fin para el que ha sido cuidado y mimado durante muchos años, pero intentar comprender la filosofía vital de esas personas relacionadas en el meticuloso, pausado y muy lento proceso de "gestación" de este licor, no deja en ningún momento de sorprenderme. Cada vez que tomo un pequeño trago de whisky de esa isla, siento dentro de mi la fuerza de Islay, porque cada gota de esos destilados, tiene la pasión de muchas personas amantes de su trabajo bien hecho. ¡Ojo! y el que escribe estas lineas nunca ha negado que le gusta empinar el codo, pero en modo alguno es experto en nada y mucho menos en whisky. Se que disfruto bebiéndolo y san se acabó.

Curiosamente, todos estos entendidos en esos menesteres gustativos, coinciden en algo respecto al whisky de malta. O te gusta con locura o lo aborreces con pasión; no hay un punto medio. Si este es  whisky de Islay, la cosa se complica todavía  más, porque son de sabores muy pronunciados, con fuertes aroma a turba y con el toque salado que le proporcionan sus aguas insulares. Son bastante duros para un bebedor no muy avezado en los mismos, pero siempre tiene que haber un día en el que se comienza su ingesta y si gustan, pues la llegó la perdición, porque de baratos tienen muy poco y son aditivos.

Como son unos licores de muy fuerte personalidad, más del 80% de la producción abandona la isla abordo de camiones cisterna de acero inoxidables; es decir: a granel, destinándose esos magníficos whiskies a formar  el cuerpo principal a los whiskies de mezcla o "blended", los cuales son el grueso de la producción etílica de Escocia. Los "blended" son mezclas sabiamente controladas por los maestros catadores escoceses de whisky que se elaboran con destilados de granos de diversos cereales y los logrados por la fermentación, destilado y envejecido de maltas de cebada. Las mezclas de todas estas procedencias, son las que imprimen el carácter diferenciador a cada una de las marcas que se comercializan, siendo un problema de gustos decantarse hacia cualquiera de ellas,. Percibir el serio carácter, que las fracciones destiladas en Islay aportan a esas mezclas, puede ser relativamente complejo, pero por lo leído para documentar este escrito, creo poder decir que forman parte casi todas las marcas comerciales de "blended", razón por la cual, las mayores destilerías y bodegas de la isla, están en manos de los principales grupos productores y comercializadores de whisky a nivel mundial.

El resto de la producción, es comercializado bajo el nombre de las siete destilerías de la isla;  ArbegLaphoraigLagavulin, BruichaddichBunnahabhainBowmore y Caol Ila  junto a la ya cerrada Port Ellen cerrada, pero todavía con botellas en el mercado para coleccionistas muy caprichosos. Son unos bebedizos para aquellos que gusten de sus sabores, realmente excelentes No son ni mejor ni peor que los de la misma categoría o tipo de elaborados en la Escocia continental, pero tienen que gustar y ya se sabe; en cuestión de gustos, no se debe opinar. Lo objetivamente cierto, es que estas destilerías; han producido, producen y añejan verdaderas maravillas alcohólicas, de sabores imprevisibles, las cuales han cautivado a un buen número aficionados. Hay  numerosos clubes de fans de ellos, pese a los elevados precios a los que se cotizan determinadas añadas, tipos o cualquier otro invento que se les haya ocurrido a los genios del marketing, Si,  porque aunque la tradición productora de la isla se remonta muchos años atrás, afición a estas marcas comenzó a finales de la década de 1950.

Si he despertado la curiosidad alcohólica del lector, pueden entrar en cualquiera de páginas web que se dedican a comercializarlos y comprobar la complicada oferta existente en los productos de estas destilerías. ¡Cuidado!, probar antes de comprar, porque no son sabores sencillos y precios nada económicos.

Y antes de concluir con mi relato, una curiosidad. Indiscutiblemente son unos maestros en el arte de hacer un excelente whisky, pero, por mucho que quieren vender las bondades de su cocina marinera, no parece que hagan muchos honores a la misma, ni sus cocineros ser muy diestros con la excelente materia prima que esos mares proporcionan. Es mucho más fácil de ver camiones de cetáreas españolas, cargando marisco vivo para bajarlo hacia España, que marisco y pescado de calidad en sus fogones. Paradojas de la vida.

Gaztelupe

martes, 6 de noviembre de 2012

La calzada de los gigantes, giant's causeway




La Calzada de los Gigantes (giant´s causeway), es una rareza geológica en un entorno de una belleza deslumbrante

Irlanda es una tierra extremadamente prolija en relatos de taberna, donde irremediablemente entre los vapores etílicos de la cebada fermentada o destilada, se habla y se habla, convirtiendo en una realidad casi axiomática las leyendas, algo que sin la menor duda ha ocurrido y nos sigue pasando a los que hemos contemplado extasiados esa rareza natural que es“La Calzada de los Gigantes”. En mi caso y antes de que los posibles lectores puedan pensar en asimilar mi estado etílico a la hora de escribir este relato, al de los lugareños, puedo prometer, jurar o lo que sea, que cuando, como un bobo me quedé alucinado con ese paisaje, no había ingerido cantidad alguna de substancias alucinógenas.

Después de mucho pensar, creo que la mejor forma de comenzar a intentar describir el lugar, es recurrir a la leyenda, algo mucho más prosaico, divertido y en consonancia con esa isla de fantasía. Por tanto, se me ocurre transcribir algunos párrafos de la leyenda que intenta explicar la formación de tan particular enclave. Eso si, de una forma resumida, porque una leyenda en Irlanda, puede ser tan larga, como tiempo este abierto el pub y haya cerveza pagada.

Cuenta la leyenda que el gigante irlandés Finn MacCool hace muchos, muchos años y por motivos que varían en función de las diferentes versiones de la leyenda leídas, aunque yo me voy a quedar con la mas “romántica”, quiso salir de la Isla de Irlanda hacia la vecina isla de Staffa (nada más que ciento y pico de kilómetros de distancia), en las costas de la vecina Escocia para visitar a su amada, concretamente junto a las islas de Iona y Mull, Hébridas Interiores. Para ello reunió miles de bloques de piedra hexagonal; una especie de los pilotes que se utilizan actualmente en la construcción y con su gigantesco martillo los fue clavando en el lecho marino desde la costa, formando una especie de inmensa construcción que se adentra más de 250 metros en la mar, la cual la podemos asemejar a una calzada. La cuestión es que Finn MacCool no la pudo terminar, también por versiones muy dispares de fábula, y no sabemos si pudo o no reunirse con su amada, pero no todos los cuentos terminan bien. Sé que al “amoldar” la leyenda a mis fines literarios, habré incurrido en múltiples motivos de discordia para los puristas de estos temas, pero ¿qué buena historia de taberna no cambia cuando se transmite de boca en boca?. Lástima que mi ingles, como todos los tornillos y tuercas de mi cerebro estén recubiertos por una gruesa capa de orín y no sea capaz de entender esas historias en los pubs.

Antes de intentar describir lo que mis ojos pudieron ver en una magnífica tarde en los finales de septiembre, con un sol brillante en lo alto, viento moderado y un estado de la mar bastante tranquilo, pero no exento de la fuerza del Mar del Norte. Personalmente, hubiese deseado una mar dura, algo que habría brindado un espectáculo de esos de escribir con mayúsculas, pero que con toda seguridad, hubiese supuesto el cierre al visitante de los caminos que llegan cerca de la mar, pues con esa orografía de la costa, el peligro no sería algo latente, si no real y evidente.

Este segmento de la costa irlandesa se encuentra en su parte nororiental; concretamente en el Condado de Antrim, uno de los cuatro condados de la isla pertenecientes administrativa y políticamente a la Gran Bretaña, territorio donde la moneda de curso legal es la Libra Esterlina, aunque para abonar el importe obligatorio del parking, admitieron sin ningún tipo de inconveniente Euros; eso si, con una corrección y aumento en el cambio relativamente importante. Para llegar, hay que tomar la A2, carretera que discurre más o menos paralela a la costa desde Coleraine a Belfast, debiendo tomar una carretera comarcal, de numeración B147, la cual nos llevará a sus inmediaciones. ¡Ojo!, la “señalética”, palabreja que algunos han inventado para describir eso de las señales, no es precisamente muy buena y hay que estar bastante atento a los carteles indicativos, si uno no quiere acabar haciendo compañía a las numerosas vacas que pastan en sus inmediaciones.

Antes de seguir divagando con mis comentarios y como cuña que apostille este descabellado cúmulo de letras, he de decir que este monumento natural está catalogado por la Unesco como “Patrimonio de la Humanidad”, gozando por tanto del máximo nivel de protección ante las posibles influencias de la mano del hombre, estando reconocido por los expertos y mandamases medioambientales como algo único. Esa magnificiencia en su catalogación, fue uno de los motivos por los que me acerqué a la misma con muchos reparos y reticencias. Si en mi parecer, enjuiciar las obras realizadas por el hombre me resultan harto complejo y discutible, mucho más lo ha de ser cuando esos “prodigios” son de origen natural. La relación entre los humanos y la naturaleza ha sido, es y esperemos que no lo sea en el futuro, demasiado compleja. Sin embargo, en el caso de este impresionante monumento natural, es bastante difícil no quedar desconcertado ante su contemplación, dando pábulo a nuestra parte no racional a múltiples emociones. La naturaleza es para mi, la mayor de las obras de arte que los humanos podemos contemplar y disfrutar.

Llegados ya a este punto, toca indefectiblemente intentar describir el lugar. Para ello, lo primero es intentar situarse en el entorno; una costa recortada con prados sobre los que se desarrollan las labores agrícolas, acabados en acantilados verticales, cayendo “a plomo” sobre una mar, tranquila relativamente en el día de mi visita, pero que no debe permanecer en ese estado muchos días al año. En uno de los recortes de la costa hay una especie de saliente o cabo adentrándose en la mar unos 250 metros, formado por una sucesión continua de bloques verticales de basalto de forma hexagonal, de unos 70-80 centímetros entre ejes y con longitudes variables entre los 5 y 14 metros (eso dicen las guías) y que realmente parece obra del hombre. Los folletos explicativos describen hasta cinco zonas diferenciadas, intentando ver hasta las supuestas figuras del camello del gigante o una de sus botas (“imaginación”). Partes a lo largo del acantilado de la zona, parecen sujetadas mediante la utilización contigua de esos pilotes, formando una especie de muro de contención semejante al que ejecutan los ingenieros en las obras de cimentación, aunque aquí, mentes muchos más imaginativas que la mía lo denominan “los órganos”, por la similitud que se puede encontrar en la disposición vertical de estos bloques megalíticos con los tubos de un órgano de iglesia. Los pacientes geólogos han contabilizado más de 40.000 de estos bloques, lo cual nos puede dar una pequeña idea de la dimensión del lugar. Es simplemente “alucinante” pasear por el borde superior del acantilado, con las vacas por el lado de tierra y estas estructuras aguantando los envites de la mar.

Entrar en la enumeración de sus descubridores y de las emociones que ha provocado en los “artistas”, es algo ya bastante largo y tedioso. Sin embargo he de recalcar las magníficas "instrucciones de seguridad",  entregadas con el folleto adjunto al ticket de aparcamiento. Disfrutar en la naturaleza y de la misma con respeto y precaución, es algo a lo que es muy importante acostumbrarse. Mis felicitaciones a las autoridades, por explicar los riesgos en los que podemos hacer incurrir a los cuerpos de seguridad a causa de nuestras imprudencias.

También es bastante pesada, la versión de los geólogos y demás sesudos científicos dan a las causas que dieron origen a este lugar. Es mucho menos prosaica que las leyendas, bastante difícil de comprender para mentes con tan escasos conocimientos como la mía, pero necesaria de ser transcrita, tanto por ser la realidad, como tratar de reconocer la callada labor de esas personas que estudian para que otras vagueemos. Como no quiero ser muy plasta con mis ideas, separo claramente mi texto original de la transcripción original de las mismas. Es ciencia y como tal para muchos, algo prescindible por aburrido, pero de recomendable lectura.

Leyendas aparte, varias teorías han pretendido explicar el origen de la calzada, alguna vez se creyó que era un bosque de bambú petrificado, o el resultado de la precipitación de minerales de las aguas del mar, pero hoy los geólogos concuerdan en su origen volcánico, hace 50 millones de años, Irlanda del Norte y el poniente de Escocia fue zona de actividad volcánica. Los orificios abiertos en la corteza terrestre derramaron lava en el terreno a profundidades de más de 180 m., al enfriarse, la lava se solidificó, y fue cubierta por más lava arrojada durante una segunda erupción, estos minerales fundidos se extendieron sobre la planicie de basalto solidificado y se enfriaron, contrayéndose poco a poco. La composición química de la lava hizo que la presión acumulada en la capa de enfriamiento actuara en torno de un punto central y separara la lava en formas regulares, por lo general en hexágono, modelo que, una vez establecido, no hizo sino repetirse en toda la capa, como el enfriamiento se extendió al estrato de basalto, el resultado fue un conjunto de columnas hexagonales. En la capa superior, la primera en enfriarse, las rocas se agrietaron en diseños prismáticos regulares, como ocurre con el cieno del fondo seco de los ríos, conforme los enfriamientos la separación se prolongó, las grietas superficiales penetraron hasta la masa de lava, dividiendo así la roca en columnas verticales, la fuerza del mar ha desgastado durante miles de años las recias columnas de basalto, que hoy se alzan a alturas diferentes, el ritmo del enfriamiento fue responsable también del color de las columnas, al ir perdiendo calor, la roca se oxidó: sucesivamente fue roja, parda, gris, y finalmente, negra.

Gaztelupe