lunes, 5 de enero de 2009

Mi visión de la Lisboa no turística






Antes de ponerme a la tarea de transcribir las impresiones captadas en mi último viaje a la ciudad de Lisboa, creo necesario hacer una serie de reflexiones previas, las cuales han de intentar contextualizar lo plasmado por mis dedos en esta cuartilla virtual, dentro ese entorno urbano y vital llamado Lisboa.

Quizás, lo primero sea explicar un poco la persona gramatical conductora de la historia. He elegido la primera del singular por comodidad narrativa, aunque en buena lógica debería usar la primera del plural, porque ha sido un trabajo en equipo con mi mujer. Cada uno de nosotros aporta una serie de habilidades a la experiencia viajera, descargando en el otro las capacidades para las que está peor dotado, evitando duplicidad de trabajos y permitiendo de esa forma funcionar mucho mas relajados. Cada uno de nosotros mira cosas diferentes y por supuesto, ve cosas distintas de un mismo objeto, paisaje o individuo. A posteriori aunamos nuestras impresiones completando nuestras visiones individuales, obteniendo unos puntos de vista mucho más extensos que los posiblemente logrados de forma individual. Lo de dar forma escrita a todo este caudal de información, ya es una tarea que me reservo, tanto por habilidad como por lo mas importante, por gusto.

Otra cosa que nos ha inducido a error, ha sido querer ver las cosas bajo el primas o punto de vista que aplicamos a las cosas en nuestro entorno vital, sin darnos cuenta que nuestras escalas de valores vitales son diferentes, pues aunque Portugal comparta península y muchos kilómetros de frontera con España, han sido dos países puestos de espaldas el uno contra el otro. Son notables las diferencias en los hábitos y costumbres de lo cotidiano, suponiendo distancias mucho mayores en temas más profundos. Aunque he estado ya varias veces en ese estado, creo que nunca o casi nunca me he molestado en saber de él más que lo que me han aportado libros leídos en los cuales la acción o parte de la misma se desarrollaba en Portugal o con personajes portugueses. Traduciendo estas elucubraciones de un filósofo de perfil bajo como el mío, esto se plasma en juicios de valor con bastante poco fundamento, tales como no saber cual es el régimen de tenencia de la viviendo, el valor que otorgan a las cosas materiales, sus formas de diversión, etc…

Ya he conseguido llenar media hoja con palabras concatenadas que no dicen mucho, pero que quedan hasta bonitas. Es por tanto hora de comenzar a narrar las experiencias vividas estos días pasados por tierras Lusas, las cuales como cualquier temporada de asueto siempre han de ser loadas, pues magnífico es poder tenerlas y mucho mejor disfrutarlas.

No suele entrar dentro de mi estilo vital, desplazarme en épocas de las denominadas “altas o extra” en la jerga turística. Las razones son muchas y no viene al caso ahora comentarlas. Evidentemente, la Semana Santa entra dentro de esa calificación temporal y era obvio tener que compaginar nuestros gustos con la vorágine humana y económica que en esos días se concitan. Ya que “tocaba” viajar, puesto a elegir, opté por la solución mas sencilla; volver a Lisboa. Era y es escasamente complicado desplazarse hasta allí, pues de momento se mantiene un relación ferroviaria diaria con esa capital desde Donostia – San Sebastián , en tren nocturno dotado con compartimentos camas dobles cerrados (coches cama). No es una forma de viajar barata ni excesivamente cómoda, pero te permite viajar parte del trayecto durmiendo y “alargar” un poco la duración del viaje. La estación de ferrocarril está a 15 minutos andando desde la casa donde habito, pudiendo dejar el coche bien aparcadito y olvidarme de los múltiples problemas que acarrea circular en estas fechas. Evidentemente, de poco me vale esta ventaja si luego el hotel de destino esta en el Quinto Pino. “Afortunadamente”, vivimos en la época de la información y la red de redes; es decir Internet, te permite, no sin algo de trabajo por mi parte, localizar un hotel acorde a mi poder adquisitivo y cercano a una parada de metro, circunstancia casi fundamental a la hora de viajar con maletas desde la estación de trenes.

La idea viajera una vez en Lisboa era salir lo máximo posible de los circuitos habituales de los turistas. No es que renegase de esa condición, pues lo era, pero como ya conocía muchos de los puntos típicos a visitar, sus tranvías, los barrios donde “se disfruta” del fado y demás de obligada visita según las guías, pues me podía centrar en otro tipo de visitas, mas acordes a mi carácter observador y curioso de las formas de vida cotidianas de los habitantes de los lugares en que recalo. Mi escasa experiencia me permite colegir que los mejores métodos son utilizar el transporte público, visitar tiendas, bares, mercados y sobretodo, patear e intentar comunicarte con los individuos que se presten a conversación.

El la conurbación Lisboeta; dígase la orilla norte del estuario del Tajo (Tejo en portugués), denominada “Grande Lisboa”, como en la orilla sur, conviven mas de 4 millones de personas. El transporte publico es operado en la zona dos compañías ferroviarias, otras dos de tranvías (en el norte y en el sur), una red de metro, diferentes líneas fluviales y un montón de diversas de empresas de autobuses, lo cual dificulta enormemente los desplazamientos, pues todavía la unificación de títulos de transporte solo abarca a los autobuses, tranvías y elevadores de la empresa Carris y al metro lisboeta, con un mogollón de tarifas diferentes. Hay que comprar un billete que se recarga, pero que te puede dejar sin saldo, pues cuando se pasa por las validadotas no indica el saldo restante y que tiene en su versión de papel más fallos que una escopeta de feria. Visto el panorama y después de devanarme la sesera entendiendo el sistema, opte por un sistema mixto, utilizando pases de día para los medios adheridos al sistema y adquiriendo los billetes para barcos y trenes. Desde luego, el tema de encontrar un sistema de transporte combinado, debe ser sumamente complejo, pues todavía no he encontrado dos núcleos urbanos donde haya métodos semejantes y eso, que las maquinas canceladoras sin contacto (las habituales) han de regirse por una norma común, la ISO14443. Vamos, que si no existiera…………….

Como estoy viendo que lo que en mi cabeza era un conjunto relativamente sencillo de ideas, va a costarme unos cuantos folios poder contarlo y teniendo en cuenta mi nula predisposición para hacer competencia a las empresas farmacéuticas fabricantes de somníferos, voy a ir poniendo el punto y seguido a este relato, no sin antes ofrecer un dato objetivo, bastante esclarecedor por ser una unidad de medida de ámbito internacional. A día 21/03/08, el litro de gasolina súper de 96 octanos, costaba entre 1,380 y 1,409 €/litro, con lo cual, el mito del Portugal barato pasó a la historia. Eso si, el gasóleo de automoción todavía era mas barato que la gasolina.
Lisboa es una ciudad compleja para orientarse cuando uno sale de los circuitos turísticos habituales. Son pocas las calles largas y derechas longitudinalmente, muchas las subidas y bajadas, pocos los hitos geográficos visibles desde diversos puntos como “faros” de orientación. Hay que armarse de paciencia, navegar un poco a ojo aproximando y acertar. En un símil náutico, habría que navegar a la estima, sin tablas ni cartas, pero con plano y sol. No es algo complejo, pero requiere unas ciertas dosis de atención y tensión, cuando lo que suele apetecer en vacaciones es relajación. Caminar aunque muy necesario y útil, resulta canso, no solo por las subidas y bajadas casi constantes, si no por un adoquinado en aceras, muy bonito estéticamente hablando, pero un coñazo por sus constantes irregularidades, algo que lo hace sumamente apropiado para señoras con zapatos de tacón afilado. Sin embargo, es muy gratificante realizar ese ejercicio en múltiples zonas, pues hay mucho que ver y disfrutar con la mirada. Hay vistas espectaculares, edificios de toda índole y estado de conservación, monumentos grandioso (muchos a la mar y sus gentes), comercios antiguos abarrotados de género y con la pátina de “mugre antiguo” que los hace atractivos a personas acostumbradas a lo moderno y aséptico.

En este último viaje, no me he parado en las zonas habituales del turismo, no porque no sean interesantes, didácticas y todas esas cosas que nos dicen las guías, que lo son y mucho, pero ni era mi apetecía soportar las aglomeraciones de turistas cámara en ristre, con el séquito de carteristas (hay tantos, que en todos los autobuses lucen carteles recordatorios en tres idiomas, excluido el castellano, de la necesidad de estar atento ante ellos), policías y todos esos grupos de gente “particular” que acompañan cualquier aglomeración de gente; dígase mendigos, tullidos, ociosos y demás personal de toda índole. Mi objetivo, si es que se puede llamar así, fue intentar inmiscuirme en el día a día de la ciudad y de sus gentes, asomándome con mi “inquisidora” mirada en su devenir diario, obteniendo o viendo multitud de datos, los cuales, una vez procesados con mi mentalidad un tanto prusiana, me cuesta bastante encajarlos en mi forma de vida ordenada y jerarquizada, lo cual no es obstáculo para quedarme encantado, pues. todo lo que uno tiene la suerte de ver siempre ha de ser fuente de enseñanzas y aprendizajes. Viajar con los ojos bien abiertos es un placer y una de las mejores universidades de la vida; eso si, sin subvenciones oficiales.

Para todos estos expertos demógrafos, políticos y demás técnicos de toda índole, la variedad de gentes es fuente de riqueza, algo que no pongo en duda, pues si las cosas se llevan bien, de todo y de todos se aprende, algo que debería haber logrado de Lisboa una ciudad “millonaria”, por la variedad de razas, colores y credos que en ella se prodigan. Aparentemente, para un ojo no avezado como el mío en eso de la distinción de personas, todas conviven en armonía, sobretodo cuando la gente joven es totalmente homogénea en sus estilos de vestir. Sin embargo, cuando tienes la suerte de entablar conversación con algún lugareño; dígase de paso, amables y con muchas ganas de agradar y ayudar, te hacen ver muchos matices que mis ojos no fueron capaces de discernir. Por de pronto, hay unos altos niveles de racismo, pero no el “habitual” entre los individuos con diferentes colores de piel, si no dentro de los negros. Para un desconocedor de la etnología, los negros son negros y punto. No nos damos cuenta de la variedad de razas y procedencias de esas personas que como común denominador tienen el color negro de su piel, lo cual no pasa desapercibido para ellos, existiendo duros enfrentamientos entre comunidades de orígenes diferentes. En mi visión simplista de las cosas, las múltiples diferencias entre las gentes eran motivo de curiosidad y de gustillo para el ojo, pues no debe dejar indiferente la contemplación o visionado de multitud de gentes diferentes, todos ellos con unos rasgos diferenciadores claramente definidos, que iban desde las típicas abuelas portuguesas, vestidas de negro riguroso desde el pañuelo a las zapatillas, hasta los niños “hiper-pijos” de las zonas de Cascais – Estoril. Por supuesto en ese amplio intervalo clasificatorio, hay espacio para muchas diferentes “tribus pseudo urbanas”. Me llamó poderosísimamente la atención en otro viaje a Lisboa, unas bodas que se celebraban, creo que era un sábado en el Monasterio de los Jerónimos de forma casi concatenada. Al menos, dos de ellas eran entre personas de raza negra, con unos tonos de piel bastante diferentes entre cada uno de los grupos. Los invitados de ambos grupos estaban ocupando partes diferenciadas de los jardines sitos en el frente de la Iglesia y llenaban de colorido la zona con sus trajes, realmente “cantosos” para nuestros gustos, pero vistosos en grado extremo. Los personajes de etnia gitana merecen una mención diferenciada, pues si sumamos a la estética típica de este grupo, el arcaísmo de los lugareños mas atrasados, nos da como resultado unas gentes que parecen salidas del pasado. En fin, no se si todos estos grupos conviven de forma armónica, pero al menos y solo pudiéndome guiar por los indicios percibido, parece que no hay tensiones ostensibles, por lo menos en el tiempo que yo pude estar observando, algo que tiene que enorgullecer a los Lisboetas, porque haber asimilado ese batiburrillo de personas diferentes sin tensiones explosivas, es todo un logro.

Siguiendo un poco en la línea de curiosidades relativas a los habitantes de esta ciudad, hay otro aspecto que me llamó la atención; las religiones. La idea que yo tenía de Portugal era la de un país casi ultra católico, como buen componente de la Península Ibérica, último vestigio de los Tribunales del Santo Oficio, defensores acérrimos de la ortodoxia cristiana. Sin embargo en Lisboa me he encontrado con templos, mas que hermosos en dimensiones, de otras confesiones, inclusive una especie de mausoleo faraónico de dudoso gusto levantado por los fieles“a la gloria” de “Hare Krisna”, algo muy, pero que muy curioso. A parte de las iglesias en las que pueden estar encuadrados la multitud de emigrantes que pueblan las calles de gran ciudad, es evidente el dominio de la Iglesia Católica, pero con otros usos y costumbres, aparentemente diferentes a los dados por España. Esta apreciación puede ser bastante errónea, tanto por mi posicionamiento laico ante esos temas, como por el hecho de coincidir mis días de estancia con la Semana Santa, días en la que las manifestaciones religiosas de carácter popular, son, por decirlo de alguna manera, mas sentidas y piadosas. Yo no vi procesiones, lo que no quiere decir que las hubiese, pero si muchas personas de negro riguroso que entraban a las iglesias a los Santos Oficios, supongo que así ataviados por la solemnidad de las fechas. También es curiosa su relación con los ritos funerarios, pues si bien no vi ningún entierro (la iglesia católica no celebra esos ritos entre la tarde del Jueves Santo y la mañana del Domingo de Resurrección), si pude observar la existencia de múltiples agencias funerarias (una enfrente al hotel en que me hospedé), con multitud de objetos de diverso y dudoso gusto a la venta y con la carroza fúnebre, normalmente furgonetas de 7 plazas + el finado aparcadas en la puerta, algo que me pareció insólito.

Escribir sobre Lisboa me está siendo bastante fácil, prolongándome mucho más de lo inicialmente previsto. Este alargamiento, conlleva de forma necesaria a un cambio de formato en la estructuración del relato, porque de otra forma esto quedaría bastante canso de leer. Es una nueva patada a la gramática castellana, la cual me duele dar, pero que al menos me está sirviendo para pensar y meditar las cosas antes de ponerme a ellas. Presento las correspondientes disculpas y espero obtener de vosotros, sufridos lectores la aquiescencia al cambio.

Como he explicado en el párrafo anterior, cambio el formato y a partir de ahora y a lo largo de lo que quede de escrito, este lo voy a estructurar con capítulos o apartados, en los que reunir los apuntes sobre temas comunes y así hacer un poco más cómodo de leer.

TRANSPORTES PUBLICOS.

Se que este tema va a ser un poco bastante rollo, pero creo necesario intentar aportar mi granito de arena a la potenciación de los mismos, algo que bajo mi modesto parecer, es fundamental para el desarrollo sostenible de este modo de vida que nos estamos dando. Así mismo, a parte de estas consideraciones filosóficas de bajos vuelos, creo que la utilización de estos medios en el turismo, aporta una serie de ventajas importantes para el viajero, como son; poder inmiscuirte en el quehacer diario de las gentes de las poblaciones visitadas, visitar zonas fuera de los circuitos turísticos, ahorrar dinero con los bonos y pases, los cuales te permiten por una cantidad razonable de gasto, subir y bajar de múltiples medios de transporte. Así mismo, los transportes públicos, con sus velocidades de crucero relativamente bajas y la comodidad de no tener que ser tu el guía, permiten una observación del entorno tranquila durante los recorridos.

Lo que voy a narrar, que nadie se piense que ha sido solo fruto de este último viaje, pues si así hubiese sido, no hubiese habido horas suficientes. Es muy importante bajo mi punto de vista de usuario, la unificación en un mismo título de transporte de las muchas compañías operadoras de la zona, algo que por el momento solo lo han hecho “Carris” y “Metro”, pues esa unidad beneficiaría enormemente al usuario y facilitaría la intermodalidad. También quiero destacar la poca afición que tienen los Lisboetas a abonar billete, lo cual ha obligado a poner carteles en todos los medios en los que se recuerda explícitamente, que esa infracción está penada por ley, con multas que pueden llegar a los 600 €. Los conductores de los autobuses “pasan del tema”, pues no quieren líos con el pasaje, pero de vez en cuando hay inspecciones por sorpresa, que la verdad, parecen mas controles policiales por el despliegue de revisores y guardias de seguridad.

Empiezo el tostón de ir haciendo apartados para cada una de las empresas.

CARRIS. www.carris.pt
Es la que sirve mayoritariamente el transporte urbano en el centro de la ciudad. Para ello tiene tres tipos de medios:

Tranvías, en sus versiones clásicas y modernas. Es un sistema de transporte a mi parecer mas encaminado a el turismo que al día a día de la ciudad, porque las vías comparten calzada con el tráfico rodado, no cumpliendo la idea actual imperante en otras ciudades con nuevos tranvías, donde la traza discurre por zonas específicas, lo cual permite muy buenas velocidades comerciales, algo que en Lisboa no ocurre, aunque no hay que negar para nada el encanto de sus vehículos antiguos.
Elevadores y funiculares. Lo mismo que los anteriores, para mi hoy en día cumplen mas una función “estética” que práctica. Los viajeros que a esta ciudad llegan, no tienen inconveniente en guardar largas colas para utilizarlos, sobretodo el “Ascensor del Chiado”, diseño de Eiffel y que concita encendidos intereses. Se puede perfectamente subir a pata, observar las vistas y todavía nos sobraría tiempo respecto a los amigos de las colas por subir. Hay gustos para todo.

Autobuses. No voy a extenderme en una descripción inútil de los múltiples modelos, pero he de reconocer que la traza de sus líneas así como la frecuencia de las mismas es bastante buena. Conducen a toda leche y con cierto desprecio a las normas de tráfico.

METROPOLITANO DE LISBOA. www.metrolisboa.pt
Son 4 las líneas de este ferrocarril subterráneo. Muchas de sus estaciones son espectaculares en dimensiones y decoración, pero en otras se hecha a faltar escaleras mecánicas o elevadores. La señalización externa es pésima, pues las entradas son simples escaleras descendentes, marcando su carácter de entrada al metro por una pequeña M en color rojo.

CP, COMBOIOS DE PORTUGAL. www.cp.pt
Esta es la empresa ferroviaria estatal, la cual explota en la zona urbana Lisboeta 4 líneas; Azumbaja, Sintra, Cascais y ya en el sur del estuario del Tajo la del Sado, entre Barreiro y Setúbal. Utiliza trenes bastante viejos, pero perfectamente modernizados y adecentados para estos tiempos. Las máquinas expendedoras de billetes, son más lentas que el caballo del malo en cualquier película de vaqueros y todavía en ellos existe la presencia de algún revisor, pues no hay canceladotas de billetes operativas (si instaladas).

FERTAGUS. www.fertagus.pt
Es la concesionaria de la línea férrea que une diversas estaciones de Lisboa con Setúbal, utilizando la parte baja del punte colgante “25 de Abril” como lugar por donde discurre el trazado de su vía. Solamente por lo maravilloso que son las vistas en ese tramo, merece la pena coger alguno de esos trenes.

TRANSTEJO – SOFLUSA. www.transtejo.pt
Esta es la empresa encargada del transporte fluvial entre ambos lados del estuario del Tajo. Desde la zona de Lisboa, son sus terminales de oeste a este; Belen, Casais de Sodre y Terreiro do Paco. En la otra banda y en el mismo sentido; Trafalaria, Porto Brandao, Cocilhas, Seixal, Barreiro y Montijo. Tiene una amplísima flota, con barcos tipo ferry (del año de 50 y remachados, no soldados sus cascos), tradicionales en acero (3 modelos) y 6 tipos de catamaranes de diversas procedencias. Tengo que destacar la habilidad de sus tripulaciones a la hora de hacer las maniobras y la comodidad de las estaciones fluviales.

VIMECA. www.vimeca.pt.
Autobuses de la zona noroeste de Lisboa

RODOVIARIA DE LISBOA. www.rodoviariadelisboa.pt
Esta empresa, con multitud de autobuses y líneas, cubre la zona norte de la ciudad Lisboeta.

SCOTTURB. www.scotturb.pt
El ámbito operativo de esta empresa, se centra en las zonas de Cascais, Estoril y Sintra. Merece la pena utilizar sus servicios, en la línea de microbuses que va al Palacio da Pena en Sintra, pues es parecido un rally suicida, emocionante y divertido.

TRANSPORTES DO SU DO TEJO (TST). www.tsuldotejo.pt
Tiene mogollón de líneas partiendo de la terminal marítima de Cocilhas que la unen incluso con Setúbal y explota a su vez un moderno tranvía, con traza en calzada independiente. El mantenimiento del recorrido, es todo un prodigio de desidia, pues habiendo sido, como parece una obra de importantes dimensiones, el abandono y descuido de los paseos aledaños y demás mobiliario urbano, da pié a pensar no muy bien. Es penoso ver unas instalaciones magnificas, financiadas por la CEE, descuidadas y maltratadas.


BARREIRO. www.cm-barreiro.pt
Esta empresa trabaja y creo que pertenece a la municipalidad (fergesia en portugues) de Barreiro.

Y con esto doy por finalizado el tema de los transportes, el cual como se puede comprobar es servido por una multitud de empresas y líneas. Espero que en no muy largo plazo, los proyectos de dotar a esta zona con un billete de abono único, sean ya una realidad. Es evidente el incremento en los tiempos que cada día “gastamos” en transporte, razón mas que suficiente para desear que este sea lo mas cómodo y eficiente.

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