Ullapool, un muy bello puerto de la costa NW de Escocia, presagio de los fiordos más norteños y hermoso como los mismos
No lo puedo evitar y pido disculpas previas por la inmensa chorrada que a continuación voy a escribir, la cual no quiero que sea el detonante o causa para no continuar la lectura de este texto, no porque vaya a ser interesante, si no porque con él intentaré dar mi punto de vista sobre una parte de la costa escocesa, simplemente fascinante, siendo una pena que por una de mis “libertades histriónicas” trasmita algo diferente a lo que vi y sentí por aquellas latitudes.
Para no alargarme más en preámbulos, cuento un poquillo el chascarrillo de marras. Uno, todavía es lo suficientemente joven como para recordar no muy lejanas épocas, en las cuales, cuando llegaba el verano, salía al mercado el juguetito de turno destinado a premiar a los buenos y estudiosos niños, que con aprovecho habían terminado el curso con buenas notas, nunca mi caso. No se en que año, el trasto en cuestión se llamaba algo así como “Hulahop”, nombre que siempre me viene a la cabeza cuando intento recordar Ullapool, metiendo la pata estrepitosamente en cuantos lugares y situaciones sale a relucir esta localidad escocesa. Uno nació metepatas y esa característica lejos de disminuir con el paso de los años, en mi se ve aumentada y corregida por arriba.
Conocí este para mi, muy especial lugar en unos de esos viajes organizados; si, en uno de esos que te llevan a 1000 sitios, ves mogollón de lugares, paras donde y como le interesa al organizador y en los que al regresar a casa es necesario hacer una especie de rebobine mental, mecanismo necesario para ubicar en un mapa, los montones de información recibidos. Creo que fue por la segunda semana de junio cuando el programa del viaje ponía como lugar de cena y pernoctación Ullapool. No sé a que hora llegaríamos, pues el sol en esas fechas y en latitudes tan altas, le cuesta mucho ocultarse bajo el horizonte, inundando con una luz, intensa y muy brillante, un paisaje hermoso en el grado cuantitativo que cada uno le quiera dar, pero sin lugar a dudas impactante por su grandiosidad y armonía. Además y como por allí es más que normal, el viento soplaba con mucha fuerza e intensidad constante, molesto y colaborador necesario en la alteración de la salud mental de los habitantes de la zona, pero que contribuyó en sobremanera a una claridad de la atmósfera y por tanto coadyuvante a una visibilidad espléndida.
Ullapool es un pequeño puerto sito en el noroeste de Escocia, en una situación geográfica de 57º53'53,57N, 5º09'52,62O, coordenadas que ayudarán al curioso a encontrado en el mapa, pero que no creo que sean de mucha utilidad, aunque a mí, siempre es un dato que me gusta facilitar. El pueblillo en cuestión, la verdad es que no estando realmente lejos de la civilización, da la impresión de estar en los confines del mundo y más concretamente, a mano derecha. Pero es sólo una sensación, dado que este puerto es en realidad uno de los ejes de comunicación fundamentales en las tierras costeras de Escocia. De su pequeño puerto parte diariamente un ferry de la naviera “regionalizada” por el gobierno escocés CalMac, antigua Caledonian MacBryan, que une esta localidad con la mayor de las Islas Hebrídas, Lewis, concretamente con la localidad de Stornoway, travesía que hay que realizar por el estrecho “The Minch” durante varias horas de navegación, siendo esta la única vía de acceso a esa isla desde el norte de Escocia y por tanto puerto por el que han de pasar los insumos necesarios para la vida en ellas. Curiosamente, en la tarde-noche pasada en Ullapool, había en la zona de embarque, un camión de una cetárea (viveros de mariscos) gallega a la espera de tomar el ferry de la mañana. Ya se sabe, hay gallegos hasta en la Luna.
La ciudad más importante en estas zonas de la alta Escocia es Inverness, lugar desde donde parte la carretera A835, la que nos llevará tras 91,4 largos kilómetros hasta Ullapool. El trazado de la misma, plagado de curvas y recurvas, discurre entre una serie de paisajes realmente variados. Se alterna zonas de un verde casi molesto a la vista por la intensidad de su color, bañadas por lagos, rios y torrentes, con otras de montaña baja, donde el verde ha sido sustituido por el gris de las piedras, con pequeñas salpicaduras de morado del brezo en floración, propio de la vegetación de montaña, bastante duras e inhóspitas, pero en nada desprovistas de encanto. Al final, la carretera desemboca en Loch Broon, brazo de mar que se adentra durante unos cuantos kilómetros en el interior de una especie de lago, fundiéndose las aguas saladas con las dulces entre paisajes casi de cuento de hadas y en cuyo final está el pueblo de Ullapool.
Ullapool se articula en dos calles paralelas; la principal junto a la ribera del mar y por tanto donde se asientan las instalaciones portuarias (menuda metáfora) por un lado y pequeñas casitas blancas al otro lado, acabando abruptamente en la mar, ofreciéndose desde el pequeño promontorio de finalización, unas vistas realmente espectaculares de la otra ribera de esa especie de estuario´formado por el Loch Broon cuando la mar penetra en su interior. Podemos contemplar unas vistas excelentes de las altas montañas cuando se desploman abruptamente sobre la aguas, dando lugar a un juego de colores, luces y sombras realmente interesante (fascinante sería excesivo).
El puerto no era gran cosa, con las facilidades de atraque para un buque ferry de mediano porte, con bastantes pesqueros de casco herrumbroso, pero fuertes y aptos para faenar con malas mares y con algunos yates antiguos, dignos de estar en un museo más que en esas frías aguas. Por lo demás, poco había que destacase, pero todo el entorno desprendía un cierto encanto, el cual me va a obligar a volver (otro sitio más), por supuesto de una manera libre, con unas tremendas ganas de entrar en comunión con ese medio natural tan atrayente y dadivoso.
Por supuesto, no he sido el único al que ese lugar le ha inspirando y atraído, algo que denotaba la existencia de un pequeño hotel-restaurante, que orgullosamente lucía una estrella concedida por la guía “Michelin” y en cuyo aparcamiento había vehículos de gama a la que mis economías nunca me permitirán llegar, siendo sus matriculas así como la posición del volantes, prueba evidente una lejana procedencia y conocimiento bastante ajustado de los establecimientos donde descansar. Para los pobres en dineros, que no en espíritu, en las inmediaciones había unas instalaciones de camping, Ahora bien, visto y sentido el viento duro que soplaba en aquellos momentos, para nada apetezco pasar una noche bajo una lona.
El puerto no era gran cosa, con las facilidades de atraque para un buque ferry de mediano porte, con bastantes pesqueros de casco herrumbroso, pero fuertes y aptos para faenar con malas mares y con algunos yates antiguos, dignos de estar en un museo más que en esas frías aguas. Por lo demás, poco había que destacase, pero todo el entorno desprendía un cierto encanto, el cual me va a obligar a volver (otro sitio más), por supuesto de una manera libre, con unas tremendas ganas de entrar en comunión con ese medio natural tan atrayente y dadivoso.
Por supuesto, no he sido el único al que ese lugar le ha inspirando y atraído, algo que denotaba la existencia de un pequeño hotel-restaurante, que orgullosamente lucía una estrella concedida por la guía “Michelin” y en cuyo aparcamiento había vehículos de gama a la que mis economías nunca me permitirán llegar, siendo sus matriculas así como la posición del volantes, prueba evidente una lejana procedencia y conocimiento bastante ajustado de los establecimientos donde descansar. Para los pobres en dineros, que no en espíritu, en las inmediaciones había unas instalaciones de camping, Ahora bien, visto y sentido el viento duro que soplaba en aquellos momentos, para nada apetezco pasar una noche bajo una lona.
Ullapool, es además punto de partida para rutas por esa parte de la Escocia no productora del famoso “Agua de la vida” traducción literal del término gaélico (idioma ancestral de las poblaciones celtas de Escocia e Irlanda) "uisge beatha", o lo que es lo mismo en ingles; whisky (no saben poco ni nada). Hacia el norte, la misma carretera A835 nos lleva hacia zonas realmente indómitas de la naturaleza, y pasa por Thurso, punto de partida y embarque para llegar a las Islas Orcadas y las Shetland, paraísos de la vida natural, donde el hombre todavía convive en armonía con el medio y que no toco visitar en esa ocasión.
Sin embargo, hacia el sur, la carretera A835 entronca al final del Loch Broon con la A832, carretera que si recorrí en ese loco periplo escocés y del que si puedo dar fe. La carretera discurre paralela a la costa, siguiendo sus mismas particularidades geomorfológicas y la verdad, el espectáculo visual es simplemente “enorme”, adjetivo tan poco adecuado como cualquier otro, para describir unos paisajes que simplemente son indefinibles.
El primer “aliciente visual” a lo bestia que nos encontramos en nuestro loco viajar en autocar, fue la Bahía de Guinard. Este enclave, de hermosos cantiles y calas, con una pequeña isla en el centro, tenía la particularidad de poseer una playa de finas arenas y cristalinas aguas, verdadero privilegio para los pocos habitantes de la zona y un verdadero placer para la contemplación. Lastimosamente, no estaba previsto parar; así que, ajo y agua.
Posteriormente, pasamos a otra bahía, mal llamada Loch Ewe; en gaélico "Loch" significa "lago", por lo muy cerrada que es, también con una isla en el centro. Aquí, el paisaje idílico casi por definición, ha sido modificado en parte por la mano del hombre, al situar en la parte más protegida de la misma, un pantalán o muelle, destinado a aprovisionar de combustible a los buques de la OTAN en patrulla durante los tiempos de la guerra fría por la zona. En el fondo de este semi-lago, Inverewe, lugar de destino y parada. Aquí, la organización del viaje había previsto la visita a unos jardines botánicos (2 horas de parada), de interés evidente para los que de plantas entienden (no es mi caso) y que va a ser el lugar en el que aprovecho para finalizar este tostón literario en forma de relato.
Gaztelupe
No hay comentarios:
Publicar un comentario